Del corazón de Cristo
un río único
brota.
Agua y sangre
que limpian maldades,
lavan la suciedad humana:
Envidia agarrotada,
frivolidad liviana,
difamación, orgullo desatado,
fornicación, desenfreno y robo.
Y El con su mirada de amor
todo lo cura,
en la cruz por nosotros paga.
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