No para desentenderme o quitarme responsabilidad sino para vivir despojado del propio interés o autocentramiento, para vivir desde el amor recibido en la cruz y con la luz recibida de un corazón que late libre y que se nos muestra abierto, traspasado de rechazos y anhelante de nuestro sí que nos capacita, como María, en libertad y gozo.