Otros lo pueden llamar inspiración y es que la vida, como en una competición deportiva, no todo es programable, no resto con ello importancia a las programaciones, necesarias pero sin pasarse.
El deportista de élite que se entrena a diario y tiene una marca de alto nivel, ocurre que cuando llega la hora de la verdad, el ritmo de la carrera, la ansiedad, el ambiente que se genera, las preocupaciones que enturbian su mente, un ligero cansancio, un alimento que no sienta del todo bien, yo que se, lleva consigo que justo en aquel preciso instante, las cosas se tuercen y entras en la meta de séptimo (de caballería- tarde-) porque solo competían siete. De ahí que la importancia de la improvisación, para sacar la genialidad que llevas dentro y dar ese toque imposible a esa homilía que hace brotar el cosquilleo de Dios y por supuesto que no te lo puedes adjudicar porque pertenece al ámbito de la improvisación divina, está en que la vida es de por si algo incontrolable y llena de posibilidades.
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