árbol de frutas jugosas
con imperceptibles espinas,
precipicios, bullicio de encuentros,
y un silencio, amanecer de la luz,
y un latido apresurado, el de María,
al escuchar una voz extraña, lenguaje nuevo,
propuesta insospechada,
balanceo del alma, reseco en los labios,
viveza interna, diálogo con el ángel
enviado por Dios a su casa
para ser cobijo y entraña
de un Hijo que se va entretejiendo
después del sollozo de un si desorbitado.
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