y en Nazaret se hizo silencio,
un rollo escrito vibró en el aire,
con su voz inconfundible,
la del que sana corazones desgarrados,
la del que cura a los ciegos;
hoy, Dios se desparrama
donde menos se le espera.
y en Nazaret se hizo silencio,
un rollo escrito vibró en el aire,
con su voz inconfundible,
la del que sana corazones desgarrados,
la del que cura a los ciegos;
hoy, Dios se desparrama
donde menos se le espera.
frondosidad,
sabor dulce,
brisa suave, revelación
de Dios, tablas de piedra
escritas con destreza,
espalda, agua y pan
en el desierto,
palabra y corazón,
búsqueda incesante,
sombra y refugio, don,
ansia, requesón y miel,
altura hermosa,
monte Sión, vértice del cielo,
Jerusalén.
y solo uno es Padre.
La ley, la gracia,
el que regala
y recompensa
la hora como un día,
el apenas como un todo,
la falta de fatiga como una jornada
de fuego y bochorno.
A El adorarás y darás
el corazón, el alma, la mente,
tus pies y manos,
el costado de tu sueño.
el de los cielos,
que abarca el ancho del corazón,
su altura y profundidad,
superando todo deseo,
por su llovizna de vida
transformando el desierto
en vergel,
el nubarrón amenazador
en luz indeficiente;
nube que habla y deja entrever
la pasión del Hijo,
su voz desgarradora,
la fuente de sangre y agua
en su costado.
te marchas
para ahuyentar comentarios,
interferencias,
a masticar el dolor por la ausencia
del Bautista, ajusticiado impunemente.
Te vas al erial para hacer brotar hierba,
para hacer banquete
de los cinco panes
y saciar a cinco mil,
cuando cae la noche.
Memorable cena
Bendición compartida y entregada
previa a esa cruz árida de compañía
y desgarrador grito.