el de los cielos,
que abarca el ancho del corazón,
su altura y profundidad,
superando todo deseo,
por su llovizna de vida
transformando el desierto
en vergel,
el nubarrón amenazador
en luz indeficiente;
nube que habla y deja entrever
la pasión del Hijo,
su voz desgarradora,
la fuente de sangre y agua
en su costado.
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