de aceite de deuda
se convierten en cincuenta
de un plumazo.
Cien fanegas de trigo,
en un santiamén, ochenta.
Cuentas prodigiosas
para no doblar el espinazo.
Astucia por necesidad imperiosa
de las tenebrosas finanzas
¿Y la lógica del Reino?
En agua de borrajas.
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