un niño grande sin ser niñato,
con perfume de familia,
directo y al grano,
humano y desconcertante,
administrador de las mimbres
del Señor, desinhibido y callado.
Obispo del Miño,
rápidos y meandros,
infatigable gallego, atento,
al servicio de los primeros
y de los rezagados. Corredor de fondo,
cortante, disciplinado, sufridor
de los vientos contrarios.
Una hormiga de Dios, sin verano,
servidor abnegado, un cantor
emocionado y con sentimiento vibrante
del Maestro y su Madre.
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