Desprovista de la densidad del yo, entre el rubor y el ansía de entender esto que me dices y que no puedo esquivar. Tengo que frotarme los ojos, el ángel se ha retirado, me he quedado sola y el silencio grita en mi corazón. No me queda otra que salir, Isabel me necesita y aquí no aguantaría el gozo que me circunda. Caminaré y los pasos que daré me servirán para acercarme a mi pariente y para experimentar la célula divina que está en mí.
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