Es de un sabor que solo los pobres saben apreciar, degustar, es el pan de los pobres, se está haciendo cada día, siempre tierno y fresco, nunca es un pan reseso, rejuvenece a los cansados y agobiados. No engorda el yo, se comparte o no sirve para nada. Se hace con tres medidas que una mujer amasa en si, en un pueblo que se llama Nazaret.
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