En sábado lo tenía que hacer. El archisinagogo desearía que fuese entre el primer y el quinto día pero para Jesús, Dios solo descansa cuando la vida es recuperada y celebrada y este es el mejor y más solemne culto que se puede ofrecer. Aquella mujer no podía esperar un día más en aquella situación. Su restablecimiento era la forma necesaria y adecuada de situar a Dios en lo más alto y Jesús no desaprovecha ninguna ocasión para mostrar que la dignidad de todos, especialmente de aquella mujer, requiere que la curación se realice precisamente en sábado para que sea verdaderamente el día santo.
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