el cuerpo
y la sangre derramada
en la mesa de la habitación
de arriba adornada
y preparada antes de la Pascua.
El más fuerte que llega
cuando ya piensan en Juan.
El río y el cielo abierto,
el niño perdido y hallado en el Templo.
Tu eres y yo soy,
relámpago de benevolencia
en el atardecer del primer día.
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