del nuevo día, luz que apacigua
la tormenta y vence suavemente
la tiniebla que no la recibe. Amanecer,
aún oscuro, ansia por saber de Jesús,
de ungir su cuerpo ex ánime
con las manos perfumadas de amor.
Noche, desvelo, un deseo
que vence al sueño
y hace del camino por recorrer
un suspiro, un vuelo que te situa
en la meta antes de haberlo emprendido.
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