es un destello que nos deja boquiabiertos pero sobre todo lo que produce es un resplandor, que si es de noche, aturde a la misma y la desenrosca de su oscura presencia y si es día se aumenta la intensidad del mismo. Así es el Reino de Dios que sin buscar el aplauso o la admiración, se presenta como una muestra de luz irresistible que nos encara con la realidad y nos hace soñar la justicia que está por venir.
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