Qué larga se hace cuando la soledad impera, se pasa en el monte, en la cueva, en la nuez que flota sobre el lago, agitada por las olas, miedos, parálisis de fe. Qué grande es la noche; el tiempo apenas se mueve, se zarandean las seguridades; la Palabra de Dios resuena en el silencio.
Qué ansia del amanecer , de la claridad que sirva para ahuyentar los fantasmas que se acercan, olvidando el temor de las olas, transformando ese temor ante la presencia soberana que exclama: Ánimo soy yo, no temáis, en seguridad liberadora.
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