Es de carácter humano y por la fe que rezuma la persona admirada. Es una consideración desde el oído, sin conocimiento de la persona en cuestión y sin entrar en otras valoraciones ; según su disposición vital que a el se le transmite, le sirve y basta para suscitar en el ese maravillarse. De ahí su reconocimiento y los efectos milagrosos que repercuten en la persona objeto de la petición formulada a Jesús.
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