Dios mismo brillando, resplandeciendo, desvelando la bondad, el bien que hace posible el cosmos. Sin el, sin el reflejo de la gloria del Unigénito no habría vida, existencia. Fundamento de todo, lo adoramos, lo alabamos, le damos gracias, le pedimos perdón, lo reconocemos como Majestad que se ha reducido para que la existencia de cada ser sirva a su honor y para la paz con todos y con todo.
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