Si la reservamos en el pañuelo, se nos volverá rancia, algo inútil para nosotros y los demás. La fe en Cristo resucitado o se comunica o está agonizando a punto de morir. Si no se contagia nos enferma y acaba afectando a los que entren en contacto con nosotros. Comuniquemos nuestra fe en el Dios vivo, en su misterio de comunión y comunicación. Así estaremos en la dinámica de la misma que conforma al mismo Dios en cuanto es y existe.
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