Cuando la necedad se vuelve terquedad, entonces se produce una conjunción planetaria que hace muy difícil entrar en razones y argumentar con sentido. Y todo nace de posturas interesadas, normalmente integristas, que arriman el ascua a una sardina que ya no está fresca y por eso aunque se ponga en la brasa se hace incomible. Cuando esto tiene que ver con cuestiones de teología o pastoral, entonces es para echarse a temblar.
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