Partimos de la comunión, de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo porque es lo que sostiene el ser, la vida, la belleza, el amor, el desarrollo de todos los caminos por andar. No partimos de la lucha, de una teogonía, sino de Dios uno y trino, belleza insuperable, armonía de vida, sustento del Universo. Pero esa Luz única se refracta y surge la distinción, la diversidad, la pluralidad.¿Cómo converger si cada uno se siente como poseedor de esa luz? Reconociendo la luz de los otros seres, respetando, aceptando la distinción, integrando, haciendo lo posible por aunar luces y difuminando la oscuridad que cada uno proyecta por si mismo.
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