Tenía 13 años y no aguantó la presión en el colegio en el que estudiaba. Sucedió en los Estados Unidos, en un centro con ideario religioso de Nueva York. Se vio superado, agobiado por compañeros y desidia de los responsables académicos. Una noticia que no puede entenderse como un episodio a lamentar sino que revela la punta de un iceberg que sucede habitualmente en centros escolares. Siempre hay alguien que se siente marginado, no bien tratado y no se puede tragar sin más.
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