Que piensas que todo da igual, que da lo mismo todo, que dices que ya no eres importante. A ti me dirijo, no solo para hablarte, sino para mostrarte el camino estrecho, interior, el de la soledad sonora y no poblada de aullidos sino de esperanza y de luz. A ti te digo como lo decía Jesús, levántate, anda, prosigue. No te detengas ni veas para atrás. No te quites valor; lo tienes. Anda, ponte en pie que el camino es largo. Aliméntate con la Palabra de Dios, con Dios mismo revelado en Jesucristo para mostrarte la dignidad que nadie podrá arrebatarte.
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