y de lo que se hacen eco las redes sociales y los tradicionales medios de comunicación, es para asustarse, reflexionar y actuar. Porque hoy mismo el tsunami de terror que aparece ante nuestro ojos, de verdad, es para preguntarse quienes somos los terrícolas y para que vivimos. Por eso el evangelio, que es siempre una página del día, nos invita a reconocer los signos de vida y de mucha vida que gracias al único Señor y Siervo Sufriente, Jesucristo, podemos hallar en el mundo que nos ha tocado y vivir. A nosotros nos corresponde anunciar este fermento de transformación de lo real en las azoteas sociales y en las plazas humanas.Y estamos seguros que la belleza, la bondad y la verdad del Evangelio dan y darán alegría y esperanza a la vida humana.
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