La Iglesia de Dios, su pueblo, la convocación de los renacidos en Cristo en el Bautismo, fortalecidos con el Espíritu Santo en la Confirmación, nutridos en su peregrinación con la Eucaristía, es el Sacramento de la unión con Dios y de toda la humanidad entre sí. Nos queda mucho por construir del don recibido.
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