Aunque ya no te vemos,
nube que oculta y de la que brota
la voz del Hijo, culmen de esperanza;
tú sigues en medio de nosotros,
sirves la mesa y retiras la espada,
grano de trigo
en lo profundo de la tierra,
germen de vida a la derecha del Padre;
el silencio brilla sin cesar
como sol de mañana
alumbrando al pueblo peregrino,
pies ligeros con heridas de amor,
luminaria santa.
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