de Dios son pequeñas.
Caben en el corazón de María
porque ella las acoge
y se pone a su servicio. Las canta
con humildad, las hace resonar
en el mundo entero
y de generación en generación.
Razas, culturas, lenguas,
negros y blancos,
ricos y pobres,
hombres y mujeres unan sus manos,
desarmen sus corazones
y permitan al Espíritu
que pueda abrir las puertas
de la reconciliación
y cierre rencores,
odios y heridas.
canta, celebra
las a
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