Esta es nuestra contraseña, la llave que nos abre a lo divino. Dios en su inconmensurabilidad no arremete contra nuestra libertad, no abre nuestra puerta a patadas. Espera nuestro amén para entrar y compartir con nosotros su luz y disipar todo temor. El sustenta nuestro ser, la libertad que nos constituye. El no es intruso sino el mejor aliado por liberarnos del mal y auparnos a la cumbre del bien.
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