El día del Señor, la luz de la semana, el foco de vida que orienta el esfuerzo. El Domingo es la Eucaristía celebrada en familia, compartida para que se multiplique. El Domingo es el día de los pobres, los humildes, de los que confían en el Señor, de los que buscan al Señor y no carecen de nada. El Domingo es el Señor resucitado que convoca y nos libera de egoísmos y miedos. El Domingo es la caída de los muros que nos impiden vivir a plena luz. El Domingo es la nueva creación que nos pone en el camino de la santidad y obediencia a Dios, en la desnudez de la inocencia frente al mal.
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