No se la ha ahorrado, la ha entregado. No se la han arrebatado, la ha regalado. No la ha perdido sino que la ha encontrado. La cercanía de Dios, de su reinado no está en la opresión del grande, del poderoso, del que hace y deshace a su antojo, sino del que se hace esclavo de todos y nos dignifica poniéndose a nuestro servicio. El Señor se hace siervo para que el siervo sea Señor. Rompe la dialéctica del esclavo y del Señor haciéndose un siervo que triturado por el sufrimiento rescata la vida para sus hermanos. Y nosotros enfangados en la lucha por el poder, los cargos, el escalafón que solo sirve para caer bajo.
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