Es la negación de uno mismo, de los instintos de egoísmo para vivir abiertos a la Palabra de Dios. Esta apertura a la Palabra hará posible la renuncia a los propios intereses para buscar el bien de los demás, de los que más lo necesitan. Inmolémonos para Dios, renunciando al yo autorreferencial y que se cree dios y seamos criaturas agradecidas al Creador y Redentor nuestro que se abajó a nosotros para que nosotros nos pongamos al servicio de los demás, sembrando vida y misericordia en el mundo.
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