La que habla es María, ni más ni menos. Y se dirige a su hijo Jesús diciendo: mira que tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando. Esto es atrevido y arriesgado pero también comprensible, dada la edad de Jesús. Lo sorprendente es la respuesta de Jesús que vuelve a recolocar todo de nuevo y nos descoloca a nosotros: ¿No sabíais que había yo de estar en casa de mi Padre? ¿Quién es el verdadero padre de Jesús? Quien habla es un chiquillo de doce años y a esa edad se le adjudica un comportamiento y unas palabras que demuestran madurez, libertad y sobre todo conocimiento profundo de Dios. Jesús se sostiene en Dios, su Padre. Aquí radica su manera de ser y de hablar, su sabiduría y la razón de su obediencia.
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