Bienaventurados los que se ponen en el camino sin nada y piden el pan y el dormir.
Bienaventurados los que abren sus puertas y permiten que en sus mesas y en sus corazones haya sitio para otros.
Bienaventurados los que saben encajar el rechazo con una sonrisa sacudiéndose, al mismo al tiempo, el polvo de los pies
Bienaventurados los que se cruzan en tu vida sin haberlos escogido y descubres en sus ojos la mirada de Dios.
Bienaventurados los que confían en Dios hasta el punto que no se sienten abandonados por El en ningún momento.
Bienaventurados los que no se cansan de recrear el corazón que Dios les regaló para abrir senderos de vida
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