No conlleva, por lo menos en Jesucristo, sumisión al sistema sea este religioso, político o de cualquier otro tipo. De ahí tampoco se puede sonsacar una rebeldía propia de alguien que padece el acné de la humanidad. Es la verificación de la libertad más comprometida y responsable en cuanto está dispuesto a dar su vida, a ofrecerla por el servicio de un vosotros que somos en definitiva todos nosotros , sus hermanos, los hombres. Nadie queda excluido, a todos se les abre las puertas del Reino, porque no quiere que nadie se pierda, porque en su corazón manso y humilde hay acogida para todos, los de lejos y los cerca.
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