Eso es lo que somos, unos simples bichitos, orugas, gusanitos y no de los de comer, sino algo ácidos y que dejamos mucho que desear. Y por estos bichos, que somos nosotros, perdió su belleza Nuestro Señor Jesucristo y se hizo un desecho humano para que viéndonos en El, nos considerásemos dignos por su amor. Bendito sea Él que transformó nuestra miseria de la que hacemos gala, muchas veces, cual estrellas de Hollywood.
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