de mí,
sin saber cómo
la semilla del Espíritu
su sombra clara
vino sobre mí.
Me iluminó el rostro,
mi oído percibió
un sonido sutil
y cuando me dejó
aquel divino resplandor,
me puse en pie,
lágrimas
resbalaron,en silencio,
por las mejillas
y calzándome , salí callada
con ansia y gozo
a la montaña.
Hermoso
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