Hablar muy rápido y sin equivocarse al pronunciar. Este es el secreto de la clase política, de los trabajadores de la política. Tinta de calamar con la que consiguen encantar al personal, o por lo menos a los que se dejan. Palabrería de la que no estamos exentos. Defendemos la Palabra, el Diálogo, como imprescindibles para la humanización del mundo. La Palabra que apunta a la Verdad y en ella encuentra su sentido.
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