Los pobres de espíritu o en el espíritu son los perseguidos por razón de su fidelidad a Dios. No son unos endebles, apocados o retraídos, sino todo lo contrario. Son aquellos que soportan la persecución, en razón de su lealtad a Dios, con entereza, sin doblegarse a ningún poder por muy influyente que sea y por mucha comodidad que ofrezca. Toda una vanidad e inconsistencia que no resiste la fortaleza que lleva consigo el combate por Dios, por corresponder a su reinado que pasa por la pequeñez y la grandeza de corazón.
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