Cuando se emplea la palabra martirio para referirse a ataques terroristas de corte religioso estamos haciendo un flaco favor a esta palabra y dando gloria a la miseria humana, a su sinrazón. Porque el martirio es siempre testificación de vida, anuncio de vida y no tiene sentido usar esta palabra cuando lo que lleva consigo es desolación y muerte. El verdadero mártir es el que ha experimentado la vida de Dios y por eso mismo la refleja y esto lo hace de manera suprema venciendo el odio con perdón, siendo capaz de perder la vida para no contravenir el misterio de Dios que es fuente de vida y quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
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