Inflamado en llamas de amor divino que incendia cada rincón del mundo. Nada es ajeno al Corazón de Jesús, que no es un simple órgano sino su ser para los demás, sin reservarse nada. Su amor refleja su persona, no una apariencia, sino su implicación en la realidad. Pues habiendo sido crucificado por cada uno, por mi, ha ofrecido su vida haciéndola plegaria al Padre que clama redención en favor de la humanidad.
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