Al comenzar el día, dadle gracias, ofrezcamos un corazón disponible para El, para aquellos que pasan desapercibidos, los no valorados. Rindamos el homenaje de una vida vivida con alegría, originada por su presencia en medio de la realidad en la que vivimos. Rompamos las amarras de la melancolía, del sinsabor amargo; salgamos de la indiferencia. Salgamos de la cueva, dejemos que la brisa divina nos envuelva para llevar alegría a los que desanimados pasan por la vida.
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