Me refiero a D. Antonio Rodríguez Suárez, sacerdote de esta Diócesis de Tui-Vigo; el pasado 8 de octubre sufrió el ataque de dos individuos de rasgos humanos que le provocaron unas secuelas graves que le cambiaron la vida, no la bondad ni la paciencia ni las ansias de vivir sirviendo al Dios vivo y verdadero. Damos gracias a Dios porque sigue ahí en la lucha de cada día , ahora ya en la residencia sacerdotal en proceso de recuperación. Para nosotros es un don del Señor porque nos acerca en su persona a Jesucristo sufriente, pascual.
PALPITACIONES
sábado, 18 de marzo de 2017
ANTUCHO, UN DON
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