Esa es la meta, el premio de la colaboración con el Señor que dispensa sus dones a cada uno según su capacidad. En ese gozo se entra con la invitación expresa por haber dado fruto, por arriesgar, por multiplicar lo dado. Anímate, eres capaz. El Señor confía en tus posibilidades, no te cierres, rompe los miedos que te impiden florecer.
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