Toma asiento y comparte esta comida, la del Reino de Dios a la que Jesucristo y su Iglesia te invitan. Estás a tiempo porque el Señor quiere su casa llena de comensales; su deseo y más que deseo es hacernos participes de su mesa, de su corazón abierto en el que todos cabemos. Escucha su llamada y vuela a su encuentro.
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