Nada más y nada menos, nunca señores. Decía el padre de Filipinas José Rizal hay tiranos donde hay esclavos; el considerarnos siervos suyos, de la Majestad divina, no proviene de una conciencia de esclavo sino de hijo, de aquel que sabiéndose libre reconoce que esa libertad proviene de Aquel que dignifica, pone en pie y nos sitúa en el ámbito de la liberación de todo lo penúltimo. Dios nos hace libres, actuamos con la libertad de los hijos de Dios, lo cual no excluye la obediencia a Jesucristo y a su Iglesia, la celeste, la Jerusalén del cielo: nuestra madre.
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