¿Será acaso esa la situación de tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo, dolientes por la falta de pan, de agua, de techo, vestido, de palabras y gestos de misericordia, de comprensión, de ayuda material y espiritual, por opresión, por malos tratos, despreciados, echados a un margen del progreso y bienestar? Un hombre medio muerto, atacado, desnudado, molido a palos, espera nuestro paso, el que no pasemos de largo, sino que nos acerquemos y viendo de cerca su situación se conmuevan nuestras entrañas y lo levantemos de su postración y curemos sus heridas, las visibles y las interiores.
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