Este ir paso a paso se hace complicado cuando en nuestra época, cambiante en si misma, se busca lo instantáneo, lo ya y ahora mismo, y consideramos aburrido lo que requiere tiempo para realizarse. La naturaleza no da saltos y cuando los da se produce la catástrofe. Entrar en la dinámica del poco a poco es garantía de vida y verdad, en el despacito de la vida, con Dios, con los demás, con lo que nos rodea. Esa paciencia que todo lo alcanza. No seamos bruscos, que la prisa no nos devore, entrenémonos a diario en ese desgranar a Dios en las horas del día, entremos en su presencia dándole gracias, con alabanza de silencio y de admiración. Dejemos que El pueda entretejernos desde el interior y daremos frutos porque El está en la raíz de la tierra por la que caminamos y en los senderos ocultos de nuestro corazón.
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