Me da la impresión que se está armando un ruido en la Iglesia que más que ver con la fe y su vivencia real tiene que ver con ansias de notoriedad. Se pone tanto énfasis en defender aquello que se considera como inamovibles principios católicos, referidos principalmente a unos determinados temas morales, que tal postura unilateral huele a sospechosa porque en el fondo se está atacando al ministerio apostólico del Obispo de Roma. Esto es para que se lo vean los dudosos cardenales y tantos presuntos defensores de la doctrina de la Iglesia Católica. Al final estamos en lo de siempre que por ser tan defensores del Magisterio se convierten en sus principales detractores porque su conciencia es tan fina como el papel de fumar.
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