en servirte Dios vivo,
fuego devorador,
pura y brillante luz,
inextinguible, es lo que necesito.
Mi ofrenda agradable:
un corazón quebrantado,
y humillado.
Véndalo, Señor, con tu misericordia
entrañable.
Pronuncia mi nombre,
devuélveme la inocencia y la alegría
de ser tuyo. Úngeme de Espíritu Santo.
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