en ningún otro. Él y sólo Él,
su nombre, es quien nos quita
de pasarnos sentados los días,
Jesús Nazareno, oro y plata,
riqueza nuestra,
puerta hermosa de vida.
Tú, sólo Tú, libras con nosotros
esta agonía, la de ser libres
contra la asechanza enemiga
que nos quiere esclavos;
Tú, hijos del Altísimo.
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