y a Dios volvía
pero no arrebatado
en un carro de fuego
ni sellado con un beso divino.
Ascendía desde los pies lavados
de sus amigos.
Enviado por el Padre
por su incontable amor al mundo
ahora, en la incomprensión de los suyos,
sube a lo más alto
dándose como grano de trigo,
derramando sangre y agua.
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